Estás en el lugar donde, probablemente, se alzó la primera edificación de Tolosa. Aunque no hay documentación que lo corrobore al 100%, hay indicios de que La Torre de Andía ya existiera en el siglo X.
Aquí nació y vivió Domenjón Gonzalez de Andia, escribano de las juntas generales y figura clave en la consolidación de la Hermandad de Gipuzkoa, que fue la base para la formación de las instituciones forales. Esto hizo que se ganara el apodo de Gipuzkoako erregea, rey de Gipuzkoa. También jugó un rol importante al firmar la paz con la corona inglesa, pacto que sirvió para reforzar el tráfico marítimo entre Gipuzkoa e Inglaterra.
Volvemos a la torre. Y es que solo quedaron en pie sus cuatro paredes en el incendio que arrasó Tolosa en 1503. Anton Gonzalez de Andia, hijo de Domenjón, ordenó su reconstrucción, para cederlo después al ayuntamiento. Desde entonces, se cree que tuvo varios usos: desde alhóndiga en 1524; a sede del concejo y casa consistorial a partir de 1546. Incluso hay menciones de que fuera cárcel.
Ahora es un bloque de vivienda, y tan solo quedan vestigios de un escudo en la fachada del callejón, y dos de las cinco gárgolas que tenía originalmente en el alero.
También sigue presente la imagen de Domenjón Gonzalez de Andía, aunque de una forma muy distinta. Es una de las figuras de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Tolosa. Es quien lidera el desfile, y en los bailes forma pareja con el gigante dedicado a su esposa: Catalina de Tapia.
La comparsa, formada por una treintena de jóvenes, cuenta con seis gigantes y diez cabezudos, obras del artista Iñaki Moyua. Está presentes en todas las fechas señaladas, así que si tu visita coincide con alguna de ellas, no pierdas la oportunidad de ver cómo bailan y giran. ¡Aire, aire!
Sigue el recorrido hasta el siguiente punto: el Palacio Atodo.