Tratemos ahora de dar rienda suelta a la imaginación, para acceder al interior del Convento de Santa Clara. Y es que por motivo de la clausura de las monjas clarisas que residen en él, no es posible acceder al interior, salvo a la capilla.
Su estructura es de madera antigua, pero se mantiene impecable. En sus largos pasillos encontramos decenas de elementos religiosos con mucha historia: desde libros gigantes, a esculturas, figuras y objetos pertenecientes al Papa. Y también un precioso patio interior con infinidad de flores y plantas, y una gran huerta, donde las monjas cultivan todo tipo de productos para autoconsumo.
El convento se construye en 1666 para las monjas clarisas, por orden de los señores de Iturriza. Aunque posteriormente, también fue utilizado como hospital militar, tras ser ocupado por las tropas francesas en la Guerra de la Convención, la Guerra de la Independencia y las guerras carlistas. De hecho, se encontraron a su alrededor restos de soldados sepultados. En cambio, la iglesia, de estilo barroco, se construye entre 1711 y 1730.
Destaca su buena acústica, motivo por el cual muchas agrupaciones corales piden cantar aquí durante el prestigioso Certamen Coral Internacional de Tolosa, celebrado alrededor del 1 de noviembre.
Para terminar, dos curiosidades del exterior. Por un lado, en frente del convento, tenemos el Prado Pequeño, donde antiguamente cada fin de semana se celebraban ‘bailes’ que reunían a mucha gente. A día de hoy, está proyectada su recuperación para su uso social.
Y, por la carretera que sale al lado del convento, se inicia la ascensión al Barrio de Izaskun, por donde se puede disfrutar de una preciosa vista de Tolosa desde las alturas, o iniciar la ascensión al monte Uzturre, cuya cruz se avista desde la mayoría de puntos de la villa.
Retrocede volviendo a cruzar el puente hasta el siguiente punto: el Palacio de Idiakez.