Nos encontramos en el concurrido paseo San Francisco, que adopta el nombre de la iglesia que la comanda. El templo se construye entre 1587 y 1674, por orden de Pedro de Mendizorroz, quien fuera dueño de este solar contiguo a la fuente Uroinaga. Además de ceder este terreno, pagó mil ducados y una renta anual de otros diez para su construcción. Se situó fuera de la muralla, aunque cobró especial importancia por estar justo al lado del Camino Real de Castilla.
La iglesia tiene una sola nave, una bóveda de cañón y un interesante retablo renacentista, obra de Anbrosio Bengoetxea. También albergó, durante casi dos siglos, una importante escuela de Teología. En periodo de guerras, y al igual que otros templos, fue utilizado como hospital militar y cuartel. De ahí que la calle adoquinada que baja a su lado se llame calle Soldadu.
A su alrededor tenía 12.300m² de jardines y huertas. Con la desamortización eclesiástica se construyen en esas parcelas un frontón, en 1860, y utilizando la pared del convento como frontis,y el Archivo Provincial en 1904. Aún hoy existen, por lo que nos podemos imaginar la amplitud de estos terrenos.
El Archivo General de Gipuzkoa es el más cercano a la iglesia. Desde 1530 estaba ubicado encima de la sacristía de la iglesia de Santa María, pero al quedarse pequeña, la Diputación encargó este edificio al arquitecto foral Manuel Etxabe. De hecho, se construyó rodeado de jardines por motivos de seguridad. Fue la forma de proteger los documentos, en caso de que algún edificio de alrededor se viera envuelto en llamas.
El archivo tiene capacidad de almacenamiento de 7.100 metros lineales, y entre sus fondos se encuentran documentos de las instituciones del territorio desde el siglo XV al XX.
Y a su lado, tenemos el frontón Beotibar, que acoge partidos de pelota profesional, en modalidad de mano o cesta punta. Construido en 1890 en el mismo lugar que el frontón de los Franciscanos. No adoptó el aspecto actual hasta 1935. El proyecto, obra de Gregorio Azpiazu, combina formas cúbicas y superficies cilíndricas. Representa la arquitectura racionalista y es todo un símbolo del patrimonio cultural de Gipuzkoa.